
Lo cambio todo por otra tarde de compras por las calles de Madrid. Por fin te das cuenta de que ya no eres la niña que llora en sus fiestas, y hasta en las tuyas propias. Y eso te hace más feliz que todas las enormes bolsas que inundan tu cuarto, que créeme no son pocas. Será por eso que tienes esa estúpida sonrisa pintada en la cara, y hasta olvidas que le HamaVas. Sí, con H y con V, porque fue un gran error.