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domingo, 5 de febrero de 2012

Gracias mis pequeños!!


Quizás en este punto debería daros las gracias, con más fuerza que nunca. Por no dejarme sola jamás. No os han importado las veces que he querido ir a contracorriente, aunque vosotros ya sabíais de sobra que no había posible victoria con la braveza del mar. Siempre habéis tenido un chaleco salvavidas y una mascarilla a mano, para impedir que eso acabase conmigo. Y cuando me despertaba, después del trágico accidente, siempre había millones de chistes malos, de esos que te hacen reír, aunque solo quieras llorar. Como cuando me entraba la llorera, y me traíais un enorme haggen dasz y un trocito de chocolate. Supongo que lo habéis aprendido de las películas, y si ellas dicen que funciona, y yo lo corroboro, ¿Quién es nadie para decir que no? Y es entonces cuando piensas que la vida te da más de lo que te quita. ¿Qué clase de tristeza puede ni siquiera competir con algo así? No habría balanza que soportase vuestro peso en oro, sin tener un trágico final. Soy grande porque habéis estado a mi lado, y aun viendo todos mis errores y defectos lo habéis seguido estando, y os habéis hartado de demostrarme que lo seguiréis estando pase lo que pase. Y no me cansare de decir, que nunca podré pagar nada de esto con dinero, porque no hay tanta riqueza en el mundo para comprar ni siquiera una noche a vuestro lado. Ni hay suficientes tequilas para olvidar todo lo que significáis para mí. Ni demasiadas fotos como para reflejar la alegría que se siente a vuestro lado, aunque los fotógrafos no sientan lo mismo. Yo sigo pensando que ni la furia del viento moverá un solo pelo de eso que se llama amistad. Por siempre y para siempre, y sobretodo porque nunca se despeine, y todas las luces del lugar nos alumbren, aunque creo que esta claro que brillamos más que el sol juntos. Si es con vosotros, quiero adueñarme del mundo entero para poder todas las noches rozar un poquito el cielo. Os quiero, mi pequeña piña.

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