Recuerdo aquella oscuridad que amenazaba con tormenta y aquel rayo que finalmente cumplía lo prometido. Todo el mundo corría, menos yo, que por el contrario bajaba el ritmo, dejando que mi rostro se empapase por completo. Y es que cuando lo has perdido todo y nada te importa lo suficiente, la lluvia es lo único que te recuerda que estas vivo...
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